El colchón
Me acosté a su lado y ambos nos giramos, quedando frente a frente nos miramos en silencio como hacíamos antes. Como hicimos siempre.
- Lindo el colchón nuevo -dijo golpeando suavemente en el pequeño espacio que quedaba entre su estómago y el mío.
- viste y yo que dudaba entre resorte y espuma. Elegí bien.
- ¿el mío qué es?
- espuma.
- ¿y éste?
- resorte.
- ¿te acordás de cuando llegó el mío? Estabas insoportable con que querías armarlo.
- no quería armarlo. ¡Quería probarlo!
- ¡uh sí! y yo estaba agotado. Lo había cargado desde la puerta, lo había acomodado, le había puesto las patitas.
- ¡es que era como comprarse un juguete nuevo y no querer usarlo al instante!
Hubo otro silencio y me acarició la cabeza. Pasó sus dedos por mi pelo como si su mano fuese un peine, como hizo siempre. Como hacía antes.
- "bautizarlo" -dijo rememorando mientras me contaba las pecas con la mirada.
- ¿qué?
- que ese día me dijiste que teníamos que bautizar el colchón nuevo.
- y sí...
- bueno, estamos a mano ahora. Vos bautizaste el mío y yo el tuyo...
- ...
- ¿qué...? ¿no soy el primero que...? ¿no lo bautizaste conmigo?
- ...
- ¡mentíme por lo menos! -rogó mientras sacaba su mano de mi pelo, sin saber donde dejarla.
- ¡sabés que no puedo mentirte!
- pero...¿cómo? ¿otro? -balbuceó revoleando los ojos para todos los lados, intentando buscar una respuesta en los objetos de la habitación.
- ¿y qué querés? ¡Si vos no estabas acá! ¡No estuviste durante demasiado tiempo!
- ¡pero duele!
- ¡más duele que no hayas sido vos!
No volvió a mirarme y se giró dejándome de cara a su espalda morena, como hizo siempre. Tal como hacía antes.
- Lindo el colchón nuevo -dijo golpeando suavemente en el pequeño espacio que quedaba entre su estómago y el mío.
- viste y yo que dudaba entre resorte y espuma. Elegí bien.
- ¿el mío qué es?
- espuma.
- ¿y éste?
- resorte.
- ¿te acordás de cuando llegó el mío? Estabas insoportable con que querías armarlo.
- no quería armarlo. ¡Quería probarlo!
- ¡uh sí! y yo estaba agotado. Lo había cargado desde la puerta, lo había acomodado, le había puesto las patitas.
- ¡es que era como comprarse un juguete nuevo y no querer usarlo al instante!
Hubo otro silencio y me acarició la cabeza. Pasó sus dedos por mi pelo como si su mano fuese un peine, como hizo siempre. Como hacía antes.
- "bautizarlo" -dijo rememorando mientras me contaba las pecas con la mirada.
- ¿qué?
- que ese día me dijiste que teníamos que bautizar el colchón nuevo.
- y sí...
- bueno, estamos a mano ahora. Vos bautizaste el mío y yo el tuyo...
- ...
- ¿qué...? ¿no soy el primero que...? ¿no lo bautizaste conmigo?
- ...
- ¡mentíme por lo menos! -rogó mientras sacaba su mano de mi pelo, sin saber donde dejarla.
- ¡sabés que no puedo mentirte!
- pero...¿cómo? ¿otro? -balbuceó revoleando los ojos para todos los lados, intentando buscar una respuesta en los objetos de la habitación.
- ¿y qué querés? ¡Si vos no estabas acá! ¡No estuviste durante demasiado tiempo!
- ¡pero duele!
- ¡más duele que no hayas sido vos!
No volvió a mirarme y se giró dejándome de cara a su espalda morena, como hizo siempre. Tal como hacía antes.
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