El colchón
Me acosté a su lado y ambos nos giramos, quedando frente a frente nos miramos en silencio como hacíamos antes. Como hicimos siempre. - Lindo el colchón nuevo -dijo golpeando suavemente en el pequeño espacio que quedaba entre su estómago y el mío. - viste y yo que dudaba entre resorte y espuma. Elegí bien. - ¿el mío qué es? - espuma. - ¿y éste? - resorte. - ¿te acordás de cuando llegó el mío? Estabas insoportable con que querías armarlo. - no quería armarlo. ¡Quería probarlo! - ¡uh sí! y yo estaba agotado. Lo había cargado desde la puerta, lo había acomodado, le había puesto las patitas. - ¡es que era como comprarse un juguete nuevo y no querer usarlo al instante! Hubo otro silencio y me acarició la cabeza. Pasó sus dedos por mi pelo como si su mano fuese un peine, como hizo siempre. Como hacía antes. - "bautizarlo" -dijo rememorando mientras me contaba las pecas con la mirada. - ¿qué? - que ese día me dijiste que teníamos que bautizar el colchón nuevo. - y